Fue hace aproximadamente unos 10 años que nuestras vidas se cruzaron, fue cuestiones del destino, era parte del combo de circunstancias que pasaron ese día de Octubre por ahí del año 2009. A partir de ese momento se forjo una relación constante, todos los fines de semana salíamos juntos, compartíamos horas durante sábados y domingos, no habían discusiones, siempre estaba ahí para refrescar mi espíritu cuando mas lo necesitaba.

Siempre estuve ahí para levantarte cuando se caía, para curar esos golpes que la vida nos da. Trate de darte lo mejor de mi para que siguiéramos juntos en este viaje que llamamos vida. Y ahí seguíamos otra vez, fin de semana tras fin de semana juntos explorando los rincones de nuestro bello país Costa Rica.

Pero la vida nos separó por cosas del destino. No estaba planeado, ni fue deseado. Nos llego por sorpresa a los dos y no pudimos hacer nada. Llegaron muchas luego, pero no se van a comparar con lo que vivimos durante tanto tiempo. Es difícil sacar esos recuerdos de la mente después de tanto tiempo.

Era un domingo del mes de Febrero, paseábamos en Orotina, como era de costumbre los fines de semana. Era un lugar nuevo para los dos, estábamos emocionados. Todo transcurría normal, íbamos por un camino de lastre, muchas piedras, era un poco complicado no brincar. Los primeros minutos todo iba bien, ambos juntos. Conforme avanzaban el reloj, la calle se ponía mas complicada y me pronosticaba lo que después ocurrió. En varias ocasiones vi donde casi caía al suelo, pero todavía nos unía ese lazo de años, todavía quería ser parte de este viaje que teníamos.

Hasta que paso lo inevitable. Volví a ver y ya no estaba. En que momento cayó, no lo se. Me detuve a buscar y no la vi. Me devolví unos metros y no estaba por ningún lugar y fue ahí donde me dí cuenta que nuestros caminos se habían separado para siempre. Se había caído mi botella de la bicicleta. La botella que me habían regalado 10 años atrás con la primera bicicleta que compre. 10 años de estar conmigo durante miles de kilómetros. Tantas anécdotas y tantas historias para una despedida tan sin gracia. Y así como se cierra un ciclo. Moraleja, no hay que apegarse a lo material, un día esta y el otro no, lo importante es vivir feliz y seguir para adelante.

Feliz semana.

ELENGA.

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