En el programa de entrenamiento tocaba otra vez hacer 3 horas de ruta. Como ya unos días atrás había hecho esa sesión, decidí volver a hacer el mismo recorrido. Esta vez las condiciones climatológicas estaban mejor, no había lluvia, pero Cartago siempre esta frío.

Ese día decidí entrar al llano del Quijongo en dirección opuesto a la vez anterior. Nada fuera de lo ordinario, sabía que igual tenía que salir de Cartago y subir Ochomogo, entonces no había que quemar las piernas.

Al final del trayecto, cumplí los mismos 60kms que había hecho la primera vez, pero esta vez para mi asombro, el reloj me había marcado 2:40. Revise bien y estaba correcto. Había hecho el mismo recorrido 20 minutos mas rápido. En el ciclismo, 20 minutos es bastante tiempo y requiere mucho trabajo poder bajar 20 minutos. No solamente había logrado bajar ese tiempo, sino que también había terminado mucho mas entero que la primera vez que lo hice.

Muchas veces uno entrena y entrena sin ninguna meta u objetivo. Tal vez lo hacemos solamente por que nos gusta o simplemente por ir a vacilar un rato con los compas del gym. Y la mayoría de veces no tenemos indicadores o pruebas que nos permitan medir esos avances, tal vez si, pero no las documentamos y no vemos los avances. Ese día me abrió los ojos para darme cuenta que esas madrugadas y esas cleteadas y subidas al rodillo, aunque sean 1 hora nada mas tienen su efecto. Trabajar bajo la guía de alguien que conoce es importantísimo para poder lograr las metas que uno se plantea. Todo es un conjunto, entrenamiento, disciplina, alimentación, descanso, todo en conjunto hacen que esas madrugadas y esas sesiones valgan la pena porque el día que cruce esa meta, nadie mas que yo va a saber todo el esfuerzo y la dedicación que le puse a esos entrenamientos para poder rajar con esa medalla.