No todo es color rosa y menos en MTB. Hay días buenos buenos y días no tan buenos. Hay muchas cosas que pueden influir para que una carrera no sea la mejor, alimentación, descanso y entrenamiento por supuesto. Pero también existen factores que están fuera de control, de los cuales también hay que estar preparado. El clima es algo que uno no puede controlar, pero para eso es el entrenamiento y la hidratación. Los famosos protocolos de hidratación tiene su ciencia y funcionan. La mente es algo en lo que se tiene que trabajar todos los días y lo que muchas veces no nos deja seguir adelante.

3ra fecha de MTB grupo Orosi. La lima de Cartago era el lugar. 45 kms con cuestas largas y empinadas según el plano de altimetría que la organización dio. La hora de salida eran las 8am, hora bonita, Cartago no es una ciudad caliente pero los cambios de altimetría varían bastante el clima.

La salida estuvo un poco desordenada porque se equivocaron y mandaron las categorías separadas, cuando en la fecha anterior mandaron a todas las categorías juntas, entonces el grupo salio separado. Llego la primera cuesta de verdad y empezaba a ver gente caminando. Cuando se pensaba que salíamos de esa cuesta, adivinen que, no habíamos salido, seguía la cuesta. Era tal la cuesta que nos topamos a un grupo de jóvenes caminando con sus bicicletas de downhill hacia arriba(para que se hagan una idea de la cuesta que era).

Llegamos al primer puesto de asistencia, donde separaban a los de 30kms y los de 45kms. Como la idea era preparar la mente y el cuerpo para la ruta, yo había decidido hacer 45km y aquí es donde empieza lo bonito, el primer descenso. Eran caños, no había trillo, no se podía bajar cómodo sentado en la bicicleta. Aquí fue el primer golpe en la espinilla con el pedal.

De ahí en adelante eran columpios, subir y bajar. A veces sobre la bicicleta, a veces con la bicicleta al hombro. Salimos de los columpios y había mas cuesta. En una de esas cuestas donde las piernas no dan y hay que soltar el zapato del pedal llegó el segundo golpe en la espinilla. No pasa nada, chispas del oficio dice uno en ese momento.

Al final de una de esas cuestas, ya la mente estaba jugando con uno, “que estoy haciendo aquí, quien me mete a hacer estar varas”. Había parado a comerme unas gomitas para ver si lograba salir de ese hueco donde estaba. Cuando me monto, prenso un pedal, y cuando voy a prensar el otro, no agarra bien, se me va el pie y el tercer golpe del día da directo en el tobillo. En ese momento solté la bicicleta y le pedí un tiempo, necesitaba caminar y despejar la cabeza. Respirar profundo y analizar bien que estaba haciendo ahí.

Circunstancias de la vida me llevaron a leer unos libros acerca de meditación y como puede ayudarnos en nuestra vida. En ese momento me acorde de un ejercicio que no toma mas de 3 minutos. Despejar la mente, cerrar los ojos y contar 10-12 respiraciones profundas. Hay gente que no cree en eso, habemos personas que si, cada quien cree lo que quiere, pero a mi en ese momento y en otros, ese ejercicio me ha ayudado bastante.

Luego de eso hubo otros incidente que mejor los tome de forma graciosa para disfrutar un poco la carrera. Dos perros me persiguieron, un ternero me enjachó y yo pensé que me iba a perseguir, pero al final no lo hizo, digo yo que mi enjache fue mas poderoso que el de él y por eso no me persiguió.  El último incidente no fue tan agradable ya que se me perdieron los anteojos que me habían acompañado en carreras durante 4 años. Esos lentes tenían un valor sentimental y me dolió perderlos.

Al final terminé la carrera y la enseñanza que me dio fue algo que yo siempre he dicho. El cuerpo llega hasta donde la mente se lo permita.

La foto es como termino la bicicleta ese día de competencia.